Noticias falsas (Fake news)

Las «fake news” se están convirtiendo en una auténtica plaga en el mundo actual. Las fake news, como dice Juan van Halen en ABC, “desde un contenido supuestamente periodístico, producen a través de prensa, radio, televisión y sobre todo en redes sociales una desinformación premeditada destinada a conseguir determinado efecto a menudo político. Una manipulación de la verdad para desprestigiar o ensalzar a personas o instituciones en lo que supone un ataque a la credibilidad de los medios de comunicación y de los periodistas”

La utilización de bulos, es decir noticias falsas, mentiras, no es nueva. Su historia es muy amplia y desde luego ya se producía mucho antes de la aparición de la prensa escrita, eran las mentiras de voz, muy profusamente utilizadas a lo largo de nuestra historia. Por ejemplo, las mentiras contra religiosos en la historia de España, como aquel bulo de julio de 1834 de achacar la epidemia de cólera al envenenamiento de las fuentes de Madrid por frailes y monjas, que provocó asaltos a conventos y el asesinato de un centenar de religiosos, ó el bulo producido en la guerra civil española en mayo de 1936, de acusar a frailes y miembros de asociaciones piadosas de la muerte de niños por repartir caramelos envenenados en barrios humildes

Uno de los ejemplos actuales del mundo periodístico es Claas Relotius, ilustre redactor del prestigioso semanario Der Spiegel y premiado 4 veces con el premio al periodismo de Alemania y premio de la prestigiosa CNN, era un timador y falsificador de reportajes. Claas Relotius se inventó más de 60 reportajes publicados en Der Spiegel, la mayor revista semanal de Europa y la más importante de Alemania es publicada en Hamburgo, y tiene una difusión semanal de un millón de ejemplares. Su estilo es similar al de las estadounidenses Time o Newsweek y en España a El País Semanal. Sus textos publicados llevan ahora una nota advirtiendo que pueden ser ficticios. Algunos de sus reportajes inventados han tenido consecuencias políticas entre Berlín y Washington.

Es realmente difícil entender que una revista y sobre todo el departamento de datos, con ese prestigio y responsabilidad no hiciese un control exhaustivo de los reportajes inventados de su reportero estrella, de sus personajes, de sus lugares. Ningún compañero, se dio cuenta de que el más de medio centenar de artículos que su periodista estrella había escrito eran demasiado perfectos para ser ciertos; eran en realidad un fraude.Lo desenmascaró Juan Moreno, periodista español y colaborador de la publicación, realizando un auténtico trabajo de periodista de investigación, por el cual ha sido felicitado por sus compañeros y directores. Esta es una historia de un gran fraude periodístico en la era de las fake news. Como casi siempre hay un español o latino, descubriendo la verdad. Un sueco, un alemán ó un americano, creo yo, no lo hubieran sospechado jamás, pero un español o un latino sí. Tal vez porque siempre pensamos mal “piensa mal y acertarás” dicen un refrán español.  

Este asunto de la revista “Der Spiegel” ha desatado un intenso debate sobre el futuro del periodismo en una era de los medios dominada por las noticias falsas, excesivamente preocupados por la tirada de ejemplares y por la economía de resultados. Moises Naim, nos recuerda que vivimos en un mundo de noticias en el que ya hemos perdido la confianza en los gobiernos, en los políticos, en los periodistas, pero que sorprendentemente confiamos en la noticia que nos llega por las redes sociales, de un desconocido y que muchas veces son falsas. 

Creo que es verdad y es una de las razones por las que nunca he utilizado ninguna de las redes sociales ni las utilizare. Javier Cercas, dice la siguiente y tremenda frase: “hoy día, los medios de comunicación no solo reflejan la realidad, la crean”, acerca sobre lo que tienen que hacer lo gobiernos en respuesta a los reportajes de los diarios sobre la situación política de un país, ya que es muy posible que sean mentira y los gobiernos deben reaccionar a tiempo.

Finalmente, y para terminar me parece muy ilustrativo el ejemplo de Alberto Brandolini, un desarrollador de programas de computación, de nacionalidad italiana, que estableció un principio que decía “La cantidad de energía que se necesita para refutar (o corregir) una estupidez, es de magnitud superior a la que se necesita para producir esa misma estupidez”. Es decir, es mucho más barato, simple y fácil decir que tenemos “un dragón en nuestro garaje” que demostrar que no es verdad, que generalmente siempre es costoso, complejo y difícil.  

Manuel Gallo

Medico

Málaga 11 de marzo 2019